lunes, 27 de febrero de 2017

Sobre música y momentos





Siempre me acompaña una serie de canciones de toda suerte, género, duración y procedencia. Algunas, grandes amistades las llevaron a mi oído. Otras las descubrí por casualidad. Muchas las busqué sin saber que las buscaba. Solamente unas pocas llegaron por sí mismas. 

Lo hermoso es cómo se asocian unas u otras canciones a diferentes etapas de la vida, diferentes vivencias y recuerdos (siempre hablando de recuerdos, ¿eh?). Esta, por ejemplo; Burn, de The Cure, vino a mí tras ver la famosa película. Si bien la banda no es de mis favoritas, sí que reconozco su importancia y su maestría. Fue esta canción la que inspiró esta entrada, mientras, como siempre, la música sonaba aleatoriamente en mi teléfono. El graznido inicial y esa voz inconfundible trajeron todo lo demás. Recordé noches de melancolía, cuando volvía de vete tú a saber qué fiesta en mi vida de estudiante, encerrarme en mi habitación aún medio embriagado y poner la susodicha. Derramar algunas lágrimas, merecidas o no, por algún mal que me atenazaba mientras veía cómo mi mundo se derrumbaba sin remedio. Pues ahí, ahí me acompañaba Burn



Como banda sonora, AC IV: Black Flag me persuade completamente. Nunca probé el juego, pero sí me deleito con su música casi a diario. ¿La escuchas?... imagina que corres, llevas casi media hora a un ritmo altísimo y estás al borde de desfallecer... Comienza a sonar. Esa percusión barrunta el valor, el coraje y la fuerza que necesitas. Después todo se acelera. Frunces el ceño, aprietas un poco los puños y arrugas la nariz. No va a poder contigo.

Ni que decir tiene que al final del sprint acabé exhausto, pero es el vivo ejemplo de una canción inspiradora en el momento idóneo. 



Posiblemente, la banda sonora de la que más he disfrutado. Agradezco a Jeremy Soule su gran labor en lo que se refiere a la composición de la saga The Elder Scrolls. Sin embargo Dragonsreach no es mi pieza favorita (From Past to Present ostenta ese honor), pero sí es a la que recurro cuando se avecinan problemas. Cuando algo está apunto de pasar y tienes que ser valiente. Cuando te vas a enfrentar a circunstancias, sean de la forma que sean, y tienes que olvidarte de tu miedo y sencillamente, permanecer y seguir adelante, plantar cara y asumir que puedes salir victorioso o de rodillas. Esta pieza consigue ordenar mi mente, eliminar lo superfluo, hacerme sentir el frío gélido de Skyrim en mi piel, y prepararme física y mentalmente para el dragón que está por llegar. 



¿Por qué tan serio?... reconozco que la primera vez que la escuché fue inesperado y no disfruté demasiado de la canción. Pero le dí una segunda oportunidad y la escuché de otra manera: desde sus ojos, casi desorbitados, desde el lado caótico que gobierna nuestras vidas cuando nos dormimos un instante. ¿Lo ves?... notas en esos bajos cómo está conspirando sin que te des cuenta... para después aparecer, súbitamente, revolucionando tu universo, sin importar el fuego que deja tras de sí, sin importarle nada salvo el momento. Es la sombra necesaria, el peso que permite elevar la carga al otro lado de la polea, el color con el que se dibuja la función, la parte menos ordenada pero más honesta de nosotros mismos.

¿Cuándo? Principalmente cuando el mundo te gana el pulso y se lleva la partida. Cuando sientes el enfado, la irritación, el desánimo... y como si fuese la Piedra Filosofal esta canción ayuda a transmutar todo eso en un "a la mierda" tan ruidoso como sincero. 



Y en el epílogo de las circunstancias siempre me queda el baluarte de esta pieza maestra. La delicadeza, los sostenidos infinitos, fríos y distantes, que se desplazan por el ambiente como el cometa que cruza el sistema arrastrando su helada y majestuosa cola, la matemática repetición que induce a pensar en fractales de maravillosos matices y colores y la sensación de convertirse en un infinitesimal, flotando a la deriva en el espacio. 

Ya no importan lágrimas, el cansancio, los desafíos o el caos que nos persiguen como fantasmas, como sombras y rincones en nuestra mente. No importan los ángulos y las arrugas de nuestro corazón cada vez más torpe y sabio ...todavía seguimos adelante


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