domingo, 5 de febrero de 2017

Nombres

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Una noticia cruza ante tus ojos. Porta unas señas, como quien llevara consigo una pequeña maleta. Es casi un detalle. A veces tan minúsculo como un signo de puntuación. Otras más evidente, una nota musical, una imagen evocadora o un nombre propio. Este ha sido el caso de hoy. 

Ya conocía al artista pero al leer su nombre en un tuit (ese nombre que no sabría deletrear) volvió a mí toda su obra. No pude más que buscar casi de manera compulsiva todo aquello que recordaba de él. Fue fácil encontrar. 

Y volvió a evocar. 

Esa obra, que llegó de nuevo como un torrente arrasando con la tranquilidad de la moribunda tarde de mi domingo. Esos trazos, soñados, melancólicos, cargados de óxido, de vacío, de polvo y de muerte, que centellean en esos lienzos, más radiografías de un alma profunda, exploradora de reinos que van más allá del entendimiento de los sentidos... esos trazos que tanto hablan como una noche sin luna, donde se encuentran planos por todos conocidos y olvidados, que son tan vívidos porque, realmente, siempre han estado ahí, y es al interpretarlos cuando uno los recuerda, como esa extraña sensación que te invade cuando ves a alguien con quien has soñado, pero no lo recordabas hasta ese preciso instante. Han estado ahí siempre. Caes en la cuenta; no contemplas la obra de un pintor, sino la de un fotógrafo de las realidades de la mente. 

Y siguió el descubrimiento. 

Ávido por conocer un poquito más, siempre al personaje tras el artista, la persona tras el mito, escarbé. Un sinfín de datos curiosos. Un viaje en mente, unos libros en el objetivo... y música. No pude obtener mayor satisfacción que la de la música que inspiraba sus obras, esas a las que nunca ponía títulos. Y tiene algo. Desde luego que lo tiene. Cuando encuentras ese delgado hilo que une todas esas imágenes a notas musicales de un triste piano, la comunión entre los dos mundos, entiendes un poco mejor. Ya no te hacen falta palabras, puesto que conoces a esa persona, ves lo que pintó, escuchas lo que escuchó y surge como una fórmula. Exacta. Casi evidente ahora que se han desvelado las variables y constantes. 

Así es como en una tarde de domingo, un nombre te trae una aventura. Te convierte en arqueólogo de tus recuerdos, de la Historia, del reflejo virtual de un mundo real. 



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