miércoles, 22 de enero de 2014

Arte, valores y disculpas

No sé hace cuánto dejé de escribir. No mucho en comparación con otros proyectos dejados atrás de mismo calibre, pero sí lo suficiente como para que el remordimiento comenzase a ahondar en mis entrañas. Desde aquí, pido disculpas a mis (pocos) lectores por tenerlos abandonadillos en este y otros ámbitos. Debo muchos caféses, téses, visitas y saludos. Defecto de fábrica que trato de corregir, aunque mi tiempo, hipotecado por el banco de mis estudios, me deja poco margen para nada. La excusa de siempre. 
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Llegué a una conclusión hace mucho tiempo, años y paños, acerca de nuestra sociedad. Una de tantas. Conclusiones, no sociedades. Sociedades no hay tantas. ¿O sí?. Sigo. 

Llegué a una conclusión, como digo, hablado de valores. Morales endiéndase. Sinceramente el germen de ésta fue, cómo no, (#frikicuña) una película ni más ni menos que de la saga de videojuegos Tekken. Concretamente un par de pelis que sacaron los de la revista Hobby Consolas a la que estaba religiosamente suscrito. En concreto se basaba en la segunda parte de esta magnífica saga. 

En ella se relataba la historia de Heihachi Mishima, el malo maloso de turno, quien tras abandonar a su propio hijo por verlo demasiado débil como para reconocerlo como tal, se lo encuentra años después en un torneo (cómo no) de artes marciales que él mismo organiza, puesto que tiene un chorro de billetes (en parte quizá porque va siempre en kimono) y una corporación con intereses en temas turbios. Kazuya, el hijo en cuestión, firma un pacto con el diablo para ser más fuerte y poder vengarse así de su padre - es interesante, ando recobrando ahora ciertas raíces entre ellas el Karate, siendo mi estilo el Shotokan, supuestamente Kazuya adoptaba este estilo de combate. En próximas entradas hablaré sobre el Karate y la depuración que estoy llevando a cabo respecto a esa parte de mi vida -. 

Finalmente llegado el combate final, Heihachi, quien era el malo maloso, explica el porqué de sus vandálicos actos y su conducta. Ojo spoiler, que pongo vídeo. 
(#atiende!: la voz de Heihachi es nada más y nada menos que la de Gandalf... o Morgan Freeman #frikicuña2)

Desde minuto 45:47 hasta 47:11 (enlace directo: http://www.youtube.com/watch?v=6eDuti6EHW4#t=2747 )


En su discurso mezcla a partes iguales una sarta de gilip*lleces con verdades como puños, a decir verdad. Cierto, se pierden los valores. Cierto, carecemos de un auténtico líder. Cierto, de seguir así acabaremos destruyéndonos mutuamente y reduciendo el planeta a un terruño orbitando. 

En contraste con mi niñez, hoy día existen reflexiones más profundas además de la del bueno de Heihachi. Como ferviente seguidor del misterio, procuro mantenerme al día con programas que hablen de lo que no se suele hablar. Obviamente me refiero a Cuarto Milenio (programa que me hace ir una o dos veces al excusado por el terror que paso, pero de excelsa calidad). Quizás lo que más me guste de ese espacio es la reflexión final de Íker Jiménez. Siempre arrojando algo de luz sobre nuestras conciencias o hablando de ciertos temas que no deberíamos olvidar. Contrastando, como digo, con el vídeo anterior, enlazo aquí una reflexión interesante que no debéis dejar de ver. 


Una lección hermosa. 
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Enlazando con lo anterior, si habéis visto al completo el vídeo, toca hablar de arte. Últimamente vivo algo más sensibilizado al arte en diversas ramas. Como os he comentado antes, he retomado mis raíces en artes marciales (al menos yo las considero un arte) y me estoy planteando muy seriamente, cuando me sea posible, atar unos cabos sueltos que tengo con esa disciplina. Pero por otro lado sigo muy vinculado a la música y pretendo aprender a tocar algún instrumento, algo que considero de sumo interés para dotar a la mente de una perspectiva distinta de los números, las líneas de código o el razonamiento. Aunque en el fondo sea lo mismo, pero escrito de otra manera. 

La prosa y el verso siempre me han gustado y disfruto mucho de escribir, como bien saben los que bien me conocen. Aunando conceptos y aprovechando una partidilla de Rol (Pathfinder tiene bastante buena pinta #frikicuña3) elaboré un personaje que aunaba tanto la música como las artes marciales y de ahí ha venido todo, una vez más. 

El caso es que, abierto más que de costumbre a las artes, he encontrado hoy navegando por la red una noticia que me ha dado paso a un vídeo. Vídeo que por supuesto os dejo por aquí y os recomiendo encarecidamente. Grandes clásicos de la pintura, animados. Pintura en movimiento. Música sublime y una historia subyaciente a la secuencia de obras que se muestran. Interesantísimo y precioso, desde mi punto de vista. 

Es alucinante cómo el arte consigue tocar lo más hondo que hay en nuestro interior. Escuchar una serie de notas, sentir la inmersión en cualquiera de esas pinturas. Recibir los sentimientos que el autor plasmó en su momento y que han perdurado a través del tiempo. Toca lo más hermoso que hay en nuestro interior. 

Momento vídeo

Su nombre es BEAUTY, del director Rino Stefano Tagliafierro. Recomiendo que lo veáis y pongáis oído también, puesto que la música lo acompaña de manera excepcional. 


¡Salugeeks! & #StayAlert!