sábado, 19 de julio de 2014

Buscando el Grial

Acampados, cuando el ocaso tocaba su fin y con el fuego ya presente, mi maestro y yo, su aprendiz,  disfrutábamos de una última noche de aventuras antes de llegar a la ciudad. Cansados, meditabundos y algo entristecidos por el final del viaje, guardábamos silencio a sabiendas que la realidad salía a nuestro encuentro y que dicha escapada tocaba a su fin. Ambos, parcos en palabras, podríamos pasar horas disfrutando del silencio, al igual que podrían pasar horas si el tema de conversación se nos hacía interesante. Aquello de no quebrantar el silencio si lo que se tenía que decir no era mejor que el mutismo lo teníamos como máxima.

Fue el aprendiz quien con un suspiro comentó a su superior. Me encontraba triste, alicaído. La aventura me había llenado por dentro. Vivir como los antepasados vivieron cientos de años atrás me marcó. Me trasladó a un mundo donde todo era a veces más sencillo, a veces más complejo, pero un mundo a fin de cuentas donde la superficialidad no estaba a la vuelta de la esquina, como lo está hoy. Un mundo auténtico, de sentimientos, de heridas, de peligros y de supervivencia. Todo esto le comenté. Ahí comenzó la conversación. 
~

- Debes saber adaptarte a los tiempos que corren, aprendiz. Antaño, era suficiente con llevar espada y armadura. Hoy se requiere de algo más allá de un brazo poderoso. Tampoco sería lícito llevar un mandoble a plena luz del día ni valerte de un rocín para cruzar las tierras. Los abrevaderos escasean, como comprenderás. Las espadas deben ser actuales. Quizá tu espada la portes sobre los hombros, o quizás haya evolucionado hacia una pluma con la que escribir. Lo mismo ocurre con la montura, con las armaduras o con el modo de alimentarse. No fue fácil para los antiguos encontrar o forjar sus herramientas. Debes encontrar las tuyas. Tu mejor armadura hoy día es tu inteligencia y tu adiestramiento. Tu espada, a veces será tu palabra, otras será tu propio puño. Armas que a día de hoy son más necesarias que el acero. 
- ¿Qué hay de los ideales, maestro? ¿También están anticuados?
- Por desgracia sí. Pero al contrario que espadas, armaduras y caballos, hoy día pueden ser tan válidos como antes. Pero las gentes los olvidan porque convienen a muchos que sean olvidados. Las gentes los desdeñan porque seguir la vía de los ideales es transitar un terreno accidentado, en pendiente y no desprovisto de peligros. 
- Los ideales que inspiraron las leyendas son muy hermosos. No entiendo cómo no inspiran a la gente. Alcanzar la mejor versión de uno mismo, bajo mi corto entendimiento, debe ser la meta de todo hombre o mujer, no sé si me equivoco. 
- Es un noble fin, aprendiz. Pero hoy día un hombre o mujer de a pie no se exige un código, porque la necesidad de ello no es tan evidente. ¿Qué piensan las gentes del Honor, de la Justicia, de la Generosidad o de la Templanza? ¿Qué hay de la Fe? ¿Pensar en Dios? Es más fácil pensar que no hay dioses, pero es enormemente arrogante pues las gentes siempre piensan que tienen la razón en todo y es muy difícil asumir la humildad del desconocimiento. Lo fácil es tener la barriga llena, el bolsillo a reventar, mujeres u hombres en cada esquina con quien satisfacerse y fijarse únicamente en el propio camino. Sucumbir a tentaciones es fácil y no hay consecuencia (visible) en ello. 
- Entonces maestro ¿es que debemos reprimirnos únicamente por reprimirnos? ¿Hay algo de fondo?
- Por supuesto. 
- ¿Y qué es?
- El hombre o la mujer que guste de fumar y no se reprima, acabará siendo esclavo de su pipa. El hombre que gusta de engullir, es esclavo de lo que engulle. El hombre que amasa fortuna, acaba siendo esclavo de lo que posee. El hombre que se arroja a los placeres será encadenado por el deseo. El hombre que se excede en sí mismo, será esclavizado por su ego...
- El hombre que se excede acaba siendo esclavo de su exceso. Es decir, que como dijo el sabio, el término medio es la clave. 
- Sin ninguna duda, salvo algunas excepciones. 
- ¿Puede nombrarme alguna, maestro?
- Eso deberás descubrirlo tú mismo, aprendiz. 

(...)

- ¿En qué piensas?
- Me gustaría mucho cruzar las tierras a caballo, en busca de las reliquias que se perseguían en la antigüedad. Portar mi espada con orgullo a la cintura y vivir aventuras. Pernoctar en castillos y comer siempre en una hoguera. Pero esos tiempos ya han pasado. 
- Tus reliquias siguen ahí fuera. Pero al igual que la espada, la armadura y el caballo, han cambiado también de forma. 
- ¿Qué me dice? ¿Que puedo buscar el Grial tal y como lo buscó aquel rey?
- Puedes buscar lo que quieras. Grial, lanza, clavos o pedazos de una cruz. Si tienes fe en que estén aún enterrados en cualquier lugar, es lícito acometer tal empresa y viajar por medio mundo. Pero en los días que corren, hemos de ser prácticos. Puedes gastar todo tu dinero (todo tu oro) en viajar durante interminables semanas, siguiendo pistas que otros han seguido antes que tú para llegar, con suerte, a sus mismas conclusiones. 
- Eso no es muy alentador, maestro... 
- ... O bien puedes hacer de tu Grial algo distinto. Recapacita, joven aprendiz. Una vez tuvieras el Grial, la copa física, en tus manos... ¿qué ocurriría? ¿qué nueva aventura te persuadiría? ¿qué harías con él?
- ... Lo ignoro. 
- Las metas efímeras no son una cinta al final de un camino. Son un abrupto acantilado. 
- ¿Buscar el Grial es algo efímero?
- Debes hacerte a ti mismo esa pregunta. ¿Qué supondría tenerlo? ¿Cuáles son los motivos de alcanzarlo? ¿Fama? ¿Gloria?... ¿Salvación?
- ... 
- Hace muchos años que dejé de buscar una copa. Pero sigo buscando el Grial: éste no es un objeto de mayor o menor poder tocado por un mesías. La verdadera búsqueda del Grial es, para mí, buscar primero qué es el Grial. 
- ¿Luego no es un objeto?
- El Grial es algo sagrado. Algo elevado. Un símbolo. ¿Buscarías el amor verdadero en una taza de peltre? ¿Buscarías el valor en una rama de olivo? ¿Buscarías la templanza en una hoja afilada? 
- ¿Y qué es para vos el Grial, maestro?

El semblante del superior en ese momento tornó serio. Guardó silencio unos minutos mientras con su pulgar, tanteaba el filo de su acero. 

- Esa es mi búsqueda y ese es mi secreto. Pero te diré qué puede ser: el valor, la felicidad en tu vida, la victoria contra el yo más oscuro, la paz contigo mismo, un momento especial, tu verdadero yo, una persona, una vida, una muerte... 
- Con todos mis respetos, maestro: ¿y qué aventura hay en eso? No hay dragones en cuyo pecho hundir mi espada, no hay noches de posada, no hay conspiraciones ni peligros... 
- Aún te queda mucho por aprender. No hay mayor aventura que esa. Los dragones de hoy quizá no vuelen ni escupan fuego, pero son si cabe aún más peligrosos que los de antaño y pueden aparecer en cualquier momento. Puedes haber conocido a un dragón sin saberlo y éste rociarte de fuego cuando eres más vulnerable. Las noches de posada puedes encontrarlas cada madrugada, estés donde estés, mirando el firmamento estrellado. El mundo es una gran posada y tu techo son las estrellas. Las batallas se libran de maneras distintas y la posibilidad de enzarzarte en una pelea no ha desaparecido ni ha cambiado. Las conspiraciones y los peligros hoy día son cientos de veces más numerosos y críticos que los de antes... A decir verdad, vivimos en un mundo donde el mayor peligro está dentro de nosotros mismos y esa será nuestra guerra más encarnizada y cruel. Al igual que nuestra principal búsqueda, el Grial puede estar tan cerca como cerca estés de tus objetivos si estos merecen ser llamados Grial. Pero debes recordar, y esto es crucial: más importante es la búsqueda que el hallazgo, pues en la búsqueda ya estarás hallando
- Así haré.

~

Mi maestro lo dejó claro. El tiempo es uno de esos dragones, incorruptible, invisible, invencible. Un dragón que día a día lo llena todo con su fuego y con su fuego todo lo cambia. Cuánto aprendí de esas palabras. Cuán inútil resulta añorar esos días donde todo era sencillo y romántico. Pero me dio esperanza. Quizá no portemos escudos ni lanzas, y nuestros caballos sean hoy día algo distintos, pero siguen estando ahí. Ha cambiado la forma, no el fondo. Comprobé las palabras de mi maestro. Pregunté durante años al peregrino sobre su viaje y me contó de lo que vivió en el camino durante las tres cuartas partes del tiempo y una cuarta parte, de lo que encontró al final.  

La búsqueda del Grial no es solamente arqueología. Demos la forma que le demos a la venerada copa o a cualquier otra reliquia (plumas del famoso Fénix, escamas de dragón, espadas legendarias...), la búsqueda debe empezar por una pregunta: ¿qué significa ello para mí?.

Después, todo camino comienza por un primer paso. 

The Achievement of Sir Galahad - Edward Burne-Jones



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