Y cuando eres consciente de la derrota, en un segundo round te enfrentas a la realidad, regresar al camino de la correcta perspectiva. Comprendes qué es lo realmente importante en este mundo y qué es lo superfluo. Que ese castillo de naipes que construyes apunta a las estrellas, pero basta con que falle una de las primeras cartas que pusiste como para que todo se venga abajo.
Pero el mundo sigue siendo azul, sigue orbitando, sigue igual e inexorablemente su camino. Como se desprenden las hojas, vuelven a salir. Como la luz claudicó, volvió a erguirse victoriosa en la mañana. Como el anciano que revive su niñez en el ocaso de sus días. Y también eso es inevitable.
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