domingo, 17 de noviembre de 2013

Entre pecho y espalda: ¿sabemos todo sobre lo que metemos ahí?


Siempre me ha llamado la atención la gente que cuchillo en boca critica abiertamente algunas de nuestras costumbres más primitivas mientras, sin darse cuenta, perpetran con sus actos otras iguales o peores en lo que se refiere a altura moral respecto de una civilización que (supuestamente) hoy día se dirige hacia el respeto, hacia lo civilizado, hacia lo inteligente. SmartPerson en el mundo del Smart{Everything}.

Blancanieves.es y el cazador
Durante años he leído los típicos artículos en los diarios digitales que cuyo fin, lejos de informar, es plantar la semilla de la polémica y arrancar de sus lectores comentarios, siempre a favor o en contra, sobre el tema que se trata. Tirar la mano y esconder la piedra, que diría un zombi. Uno de los que más me llamó la atención trataba sobre un accidente ocurrido en un coto de caza, cuando un chaval confundió a un compañero con un ciervo (lo que es malo) y le descerrajó un tiro (lo que es aún peor) y rubricando un oscuro final.

Al margen de los copia-pega clásicos (mis condolencias a la familia, mi respeto a sus seres queridos,...) los comentarios al artículo comenzaron muy pronto a converger en que la culpa, ni más ni menos, yacía en esa bárbara costumbre que tenemos de salir a cazar como en la prehistoria. La poca culpa que tienen esos pobres animalillos silvestres que no hacen daño a nadie y que a las lechugas no hace falta dispararlas para hacer buen uso de ellas. Comenzaban a saltar voces (los que más genes compartían con becerros, en este caso) que defendiendo la vida animal, se jactaban de la muerte accidental de aquel otro.

Nunca deja de sorprenderme la calidez humana que fundamenta el respeto en el odio. En este caso, el respeto a las especies salvajes basándose en el odio a la propia.

¡Atiende!
Creo que es un buen momento este para indicar que no estoy tomando partido en el debate sobre caza sí / caza no, toros sí / toros no,  etc. Solamente señalo un hecho en este punto. Otro día daré opiniones. Me lavo las manos, que este mes ya tocaba y seguimos.

Continuemos
Como decía, se generó un debate on the fly sobre si la práctica de la caza era realmente una buena idea o no. Los partidarios argumentaban sobre el control de la especie, el respeto al campo, lo sana que es la carne silvestre... mientras que los detractores basaban su opinión en dos factores:
  • Lo sucio que queda el campo tras la caza, con todos esos perdigones por ahí desperdigados y esos cartuchos de colores chillones tirados en la naturaleza, junto con las bolsas de Doritos que el aire arrastra desde el núcleo urbano más próximo hasta la espesura inmaculada, y
  • La poca culpa que tiene el animal salvaje de nuestro propio salvajismo. Es decir, yo soy un conejo y un día salgo a menear los bigotes, llevándome un tiro, el bocao de un perro y ya no veo más a mis decenas y decenas de nietos. 
En ese momento y en este mundo de contrastes, ya saltaba alguno deseando muertes a esos salvajes y defecando en las madres de otros que no opinaban como él mientras defendía la ternura y majestuosidad de Bambi en el bosque. 

En el momento me divirtió bastante el debate y amenizó una mañana de desarrollo en ASP.NET (#frikicuña). Pero meses más tarde... 

Momento vídeo
Meses más tarde pude ver el vídeo que os muestro hoy. En él se puede ver a Gary Yourofsky hablando acerca de cómo se puede llevar una vida sin necesidad de los animales. Ni comerlos, ni usar su lana, sus pieles, sus cuernos, nada. He de decir que este vídeo se orienta mucho al veganismo y al estilo de vida respetuoso con los animales. Y no, no trato de convertiros a ningún movimiento pero, respecto al debate anteriormente mencionado sí que me abrió los ojos.

No nos damos cuenta. Quizás todas esas personas pensaban que el matar animales a escopetazos es toda una aberración, pero siguen cocinándose sus buenas pechugas de pollo o comiendo el clásico y typical spanish bocata de jamón. Tras ver ese vídeo uno se da cuenta de las barbaries que se cometen en las (algunas, espero que no todas) granjas de animales. Quiero pensar que aquí en España y quizás en el resto de Europa, esa necesidad de carne que viven otros países tales como EE.UU. corroída por multinacionales vendedoras de hamburguesas (plato que constituye el pilar central de la dieta de una sociedad cada día más obesa) aún no se ha disparado y gracias a nuestra afamada dieta mediterránea puede que nunca lo haga. 

Tras ver el vídeo comencé a plantearme muy seriamente el saber de dónde procedía todo aquello que comía. Qué proceso había seguido ese pavo desde que viese por primera vez la luz hasta que lo embutieran. Y a día de hoy sigo planteándome el seguir un tipo de vida cada vez más alejado de las carnes (no de los pescados) y los lácteos. De hecho, en nuestra compra semanal incluimos cada vez más productos derivados de la soja y verduritas. Ojo: que también hay defensores de esta clase de alimentos vegetales y algunos tienen mucho mucho peligro... 


#frikicuña2 ¡gracias Aronofsky! ;P



En definitiva, me he sensibilizado bastante con el tema hasta el punto que tras intuir lo que pueda suceder en determinados sitios del mundo, la carne proveniente de caza no parezca en absoluto la peor de las elecciones. 

Os animo a ver el próximo vídeo. Se trata de una conferencia en la que se dan argumentos a favor de una vida al margen de la explotación animal. También, en determinado punto, se muestran vídeos acerca de procesado de animales para el consumo. Advierto que esas imágenes pueden herir vuestra sensibilidad. No obstante de esa manera en lo que a mí respecta, tomé conciencia de lo que nos metemos entre pecho y espalda sin saberlo. 

También veréis al final un enlace hacia un vídeo de la ronda de preguntas y respuestas tras la conferencia. Muchas no tienen desperdicio. Resultan bastante interesantes puesto que plantean ciertas dudas de carácter general que revolotean sobre la cabeza cuando acabas de ver la conferencia. Es un vídeo algo extenso desde luego (~ 1h ), pero particularmente no se me hizo pesado cuando lo vi.

¡Atiende #2!
No estoy de acuerdo en absoluto con muchas de las cosas que se dicen en el vídeo. De hecho, y basándome únicamente en lo que se puede ver en este documento, saqué conclusiones (quizá precipitadas) sobre el ponente. Considero que su punto de vista es demasiado radical, en un mundo donde el equilibrio es la clave. No obstante sí que ilustra con hechos y datos la situación, desde luego algo valioso. Del vídeo me quedé con datos relativos a la salud, desventajas del consumo de ciertos grupos alimenticios y gané conciencia sobre lo que realmente ocurre en granjas de animales. Ya no hablo de maltrato o pésimas condiciones, pero cuando miramos esa bandeja de pechugas de pollo en el Mercadona creo que nunca pensamos de dónde ha venido y cómo ha ocurrido todo hasta ese punto. Puestos a investigar el porqué de las cosas en todos los ámbitos, ¿por qué no empezar con el alimenticio?

Sin más dilación... 


Una breve conclusión
Tras pensar cómo la maquinaria de la industria genera y genera productos para nuestro consumo y el modo en que tenemos casi esclavizadas a algunas especies (cosa que hasta cierto punto puede ser razonable) no sólo para consumo, sino por su fuerza de tracción o su capacidad de carga, quizás el retraerse a una vida algo más ancestral pero alejada a su vez de términos tales como consumismo o capricho no sea tan mala idea. 

Pienso que el equilibrio, una vez más, entre la abstención total de consumo de productos animales frente al total desentendimiento sobre lo que nos metemos entre pecho y espalda, radica en el respeto. Respeto a unas especies que han sido nuestro sustento durante miles de años. Que antes del boom del consumo, nos regalaban sus huevos o se sacrificaban por su carne mientras aprendíamos a cosechar pero viviendo en cierta libertad, lejos de recintos minúsculos que buscan aglutinar lo más posible en el mínimo espacio, todo orientado a vender más y más. 


¡Salugeeks! & #StayAlert!


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