Micro-relato publicado en grupo de Facebook.
Hilo musical recomendado (ver vídeo)
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- Veamos, ¿tú estás lista entonces? - preguntó algo nervioso.
- Ya me ves. Impresa hasta la última nota, papel de buena calidad… Tranquilo, lo harás bien - respondió la partitura, procurando sosegar sus nervios, mientras se aferraba a la guitarra y tocaba notas, de manera compulsiva. La guitarra, a la undécima vez, protestó.
- ¿Podrías parar de pellizcarme de esa manera? Tres Mi, cuatro Re,... estoy afinada ¿vale?
- Perdón, perdón… - se disculpó él - Entonces… todos listos, ¿verdad?
- Querido, nosotras lo estamos. Pero tú necesitas un par de litros de tila para estar listo - la habitual serenidad y franqueza de la partitura le arrancó unas carcajadas. Los tres rieron.
El camerino estaba mal iluminado. La luz era tenue y de un color amarillento que sumía a los presentes en un sinfín de tonalidades ocre. Aún faltaba media hora para la actuación. Las manos del artista sudaban, lo que preocupó seriamente a la guitarra. Si alguien podía calmarle, desde luego era ella.
- Recuerdas - comenzó - aquella vez en nuestro cuarto, el pasado invierno, ¿cierto? cuando la tormenta se desató fuera - él comenzó a tocar inconscientemente la canción que aludía, pues en efecto recordaba- A ella la tenías desparramada por la cama, con las hojas mezcladas y a mí repitiendo la misma canción durante siglos. Tan nervioso como lo estás ahora. Y llegabas a esa parte tan difícil en la que siempre te equivocabas… Vino esa descarga que hizo vibrar el cuarto, y la única bombilla que nos iluminaba, se fundió.
- Pero seguiste tocando - intervino la partitura - Ya no te hacía falta ver sus cuerdas, porque tus dedos eran ya parte de ella, y a mí me leías en tu corazón y en tu mente, como lo estoy ahora.
- Un mismo ser, hecho de música… - finalizó él.